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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"El tema y sus alrededores"
En Marcha, Montevideo, Nº 808, 1956.
p. 23

"La carta del Sr. Director contienen muchos temas que sólo lateralmente se vinculan con el central. En rigor, no sería necesario comentarlos pero para que no quede ni la sombra de sospecha de que puede haber algún interés en silenciarlos, se comentarán a continuación. Debe subrayarse sin embargo, que no arrojan ninguna luz sobre el tema central aunque ilustran los procedimientos tácticos del sr. Director.

Trivia

El Sr. director finge asombrarse de que su carta de marzo 21 haya sido contestada por otras personas que su destinatario. Sin embargo su misma carta ya era contestación a una del Sr. Adolfo Pascale dirigida al Sr. director de MARCHA. ¿Puede asombrarse que otros practiquen sus mismos métodos? También finge asombrarse de que sea la sección literaria (y no la jurídica, inexistente) la que se ocupa del tema tratándose de un Instituto de Investigaciones Literarias y Archivos Literarios el asombro no parece sincero.

Ambigüedades

El señor director en su carta de marzo 21 calificó de "asociados" a las tareas del Instituto a los Dres. Ardao y Real de Azúa, al prof. Gervasio Guillot Muñoz. La página literaria de MARCHA denunció la ambigüedad del término. En momentos en que se discutía quiénes tenían acceso a los papeles del Instituto no podía invocarse el caso de estos señores, ninguno de los cuales tuvo acceso a los mismos (al menos durante la administración del actual director).

El Sr. director niega que los cinco folletos publicados hayan tenido una tirada de doscientos ejemplares. Pero no dice: A) qué tirada les atribuye; B) qué distribución realizó de los mismos.

Con respecto al prof. William Berrien el Sr. director invoca un agradecimiento fechado en Guadalajara en setiembre de 1953. Pero no dice qué agradece el prof. Berrien. Indudablemente que no puede agradecer el envío de copias de las cartas de Rodó a Unamuno -que solicitó en carta al director de la Biblioteca Nacional de fecha 17/VII/1953 y que en agosto 19, 1953 no había recibido aun (según me comunica en carta privada de dicha fecha). Poseo una carta del prof. Berrien (enero 5, 1955) en que detalla con precisión el asunto y se refiere a "los datos que tanto la Biblioteca Nacional como el Instituto parecían no querer suministrarme". En la misma carta, el prof. Berrien cuenta que el señor director (con quien se encontró en 1953 en el Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana) trató de hacerlo desistir de publicar su trabajo sobre la correspondencia Rodó-Unamuno alegando que tenía ya en galeras un libro sobre el tema -libro que, hasta la fecha de hoy, permanece inédito.

El caso del prof. Berrien es ejemplar de la diligencia con que a veces "atiende" el Instituto a los investigadores extranjeros. Aunque pueda parecer impresionante la lista de otras personas atendidas, valdría la pena saber cómo fueron atendidas.

Tergiversaciones

Si el Sr. director sólo se hubiera dedicado a estas trivialidades, a este uso equívoco de palabras como "asociado" o "atendido", sus recursos tácticos tal vez no hubieran merecido comentario. Pero una de las características de su carta es la tergiversación de lo dicho o hecho por su supuesto adversario. Conviene puntualizar estas tergiversaciones:

1º) En el Nº 4 de la primera serie de cinco puntualizaciones (luego se aumentaron a seis) se refiere el Sr. director a la publicación por el suscrito "en edición privada del Diario de viaje a París de Horacio Quiroga, propiedad del Instituto" y también a otras publicaciones mías de "fragmentos de cartas del mismo narrador pertenecientes al Instituto asimismo." Es correcto. Pero ¿por qué aclarar que estas publicaciones se hicieron "sujetándose únicamente a la formalidad de una autorización interna"? ¿No basta dicha autorización si emana del director del Instituto? Para la edición privada se utilizaron hasta los mismos clisés de la edición del Instituto, facilitados gentilmente por el actual desmemoriado director. ¿Qué mejor prueba de que la edición había sido debidamente autorizada?

Lo que la página literaria había señalado, y censurado, al Sr. director no es que él hiciera (o mejor: prometiera hacer) trabajos para editoriales extranjeras. Lo que se le reprocha -y es muy distinto- es que, so pretexto de que promete dichos trabajos no permite el acceso de los materiales a otros investigadores. Lo que se denuncia es un abuso de la situación de privilegio que tiene el Sr. director.

2º) El Archivo Artigas constituye, contra lo que dice la carta, un caso de excepción., ya que establece que sus documentos no pueden ser utilizados por los investigadores hasta que no hayan sido publicados; no pueden ser citados siquiera por el prologuista del volumen en que se difunden. No es el caso del Instituto. El Sr. director, por ejemplo, no sólo ha publicado algunos documentos de sus Archivos con comentarios suyos en ediciones del Instituto, los ha publicado en la prensa, en la cátedra, en exposiciones.

3º) La transcripción de un juicio del suscrito sobre la obra de investigación del Sr. director, previa a 1948, no puede ser invocada cuando lo que se discute es la obra y la política del Sr. director como director. Por más que halague mi vanidad, dicha transcripción es irrelevante.

4º) El texto básico del Instituto es la Ley de creación que ha sido siempre citada en los artículos de MARCHA. En cuanto a si es lícito o ilícito citar el texto del informe de la Comisión de Instrucción Pública del Senado (diciembre 11, 1947) esto configura un problema que deberá resolver antes el Sr. director, ya que fue él quien por primera vez (y en su carta de marzo 21) lo invocó. Ahora parece haber cambiado de idea; ahora que se pudo demostrar que el texto del informe era explícito en cuanto a subrayar que el Instituto debe estar "abierto a la inquietud de los trabajadores intelectuales".

5º) También se tergiversa el caso del Sr. Pascale. Pueden dejarse de lado las alusiones irónicas del Sr. director; ellas no demuestran que tiene razón; a lo sumo demuestran que no desdeña utilizar ciertas armas. Pero no es cierto que el Sr. Pascale reaparició"hace muy poco, a fin de interpone un recurso." Como lo documenta la carta del Sr. Pascale al director de la Biblioteca Nacional (reproducida aquí en marzo 16), sus gestiones se reanudaron el 31 de octubre de 1955 en tanto que el recurso a que alude el Sr. director fue presentado a mediados de marzo. Tal vez al Sr. director le parezca breve el lapso; pero sería interesante saber qué opinión le merecería el director de un Instituto público que niega el acceso de unos papeles ajenos en 1950 y los vuelve a negar en 1955 y los sigue negando en 1956 a pesar del recurso legal interpuesto.

Alusiones personales

La incorporación de alusiones personales al texto de una polémica no es invento del Sr. director -aunque su simpatía por el recurso así parece acreditarlo-. Nada habría que decir de las que se han incorporado a su carta si no fuera que una de ellas implica tergiversaciones que el Sr. director se hubiera podido ahorrar con estudiar más detenidamente los antecedentes del Instituto que dirige. Para ilustrar los gastos en que incurre el Instituto bajo su dirección pone como ejemplo dos viajes realizados por mí antes de su dirección. El procedimiento no es coherente. Más ilustrativo hubiera sido mencionar, con las necesarias precisiones, el viaje del Sr. director a Méjico en agosto de 1953 para asistir al congreso ya citado.

Pero ya que el Sr. director ha querido descender a menudas referencias a mis dos viajes a la Argentina conviene rectificar sus afirmaciones:

1º) El viaje a las Misiones fue realizados en compañía del Sr. Darío Quiroga, hijo del novelista, y quien era invitado del Instituto. Los gastos de viaje deben distribuirse entre dos.

2º) No es cierto que se haya gastado $ 1.000,oo. En el Instituto existe copia del recibo (que está en mi poder) y por el que el encargado de la contabilidad recibe $ 170 -"excedente de los gastos ocasionados en su reciente viaje a Buenos Aires". La suma queda reducida a $ 830 -lo que tal vez no parezca tan suntuoso si se tiene en cuenta que implica dos viajes a Buenos Aires de una persona, un viaje a Misiones de dos personas, y que el resultado que la obtención de la correspondencia de Quiroga con Ezequiel Martínez Estrada (la más importante que mantuvo el gran narrador, la que lo revela íntimamente), el Diario de Viaje a París en 1900 (también donación del escritor argentino) y el relevamiento fotográfico y testimonial de los lugares en que vivió Quiroga y de los seres reales que inspiraron sus cuentos. (Hay una crónica en MARCHA, 1950, sobre este último aspecto.)

Por otra parte, mis viajes no arrojan ninguna luz sobre el tema a que se había hecho alusión en MARCHA: ¿Para qué da el Estadio 35 mil pesos al Instituto? ¿Para que se convierta en un repositorio privado, sólo accesible a quienes sean aprobados por el Sr. director? ¿Para que el Sr. director disponga arbitrariamente, en su provecho o en el provecho de quienes él designe, de papeles públicos?

Desafío

La última parte de la carta contiene un desafío caballeresco que deberá ser declinado por improcedente. Si el tema en discusión fuera la calidad de las voces del Sr. director y del cronista de MARCHA, tal vez la competencia oral tuviera sentido; si se tratara de determinar las dotes oratorias de uno y otro, tal vez fuera imprescindible. Pero como se trata de discutir la política del Sr. director de Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios: como se trata de una discusión en que los textos impresos son la única garantía, me parece haber ninguna ventaja en acceder al terreno oral. Ningún testimonio mejor que éste impreso, que llega a cada interesado, que puede ser leído y meditado, que debe ser refutado con documentos y no con palabras.

Una pregunta final

¿Qué tiene que ver con el tema centra toda esta argumentación que introduce el Sr. director -y a la que se ha contestado puntualmente aquí? Ella no modifica la situación básica, ella no aporta luces. Hay un solo hecho evidente, un solo hecho que cuenta: el Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios -contra lo que dice su Ley de creación y sostiene explícitamente sus fuentes y la tradición democrática a de nuestro país- está sometido a la arbitrariedad personal de su director, quien determina qué investigadores pueden tener acceso y qué investigadores no. Este hecho ya ha sido demostrado y no requiere más comentarios. Proseguir discutiendo es ocioso. Las autoridades superiores tienen la palabra."

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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