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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Para la biografía de Horacio Quiroga"
En Marcha, Montevideo, Nº 611, 1952.
p. 14.

I

FECHA DE NACIMIENTO

"Ignoro si es bastante conocida esta anécdota del profesor norteamericano William Berrien de la Universidad Berkeley (California). En la duda, la contaré una vez más. En 1935 visitó Berrien el Uruguay; en su natural busca del dato preciso intentó averiguar a qué se debía que mientras algunos afirmaban que Rodó había nacido en 1871, otros (y eran los más numerosos) insistían en el 1872. Preguntó qué afirmaban los registros de la Matriz y pudo descubrir entonces que nadie había ido a consultarlos; que la diferencia de fecha se mantenía porque a nadie se le había ocurrido empezar por el principio. El resto de la anécdota no es ya tan edificante. Berrien fue a la Matriz y pudo documentar allí que Rodó había nacido el 15 de julio de 1871. En la Revista Hispánica Moderna (New York, octubre de 1936) publicó el resultado de su investigación el distinguido hispanista.

Con la fecha de nacimiento de Horacio Quiroga -y con un problema de mayor gravedad a éste vinculado- ha sucedido algo semejante. No sólo el indocumentado Luis Alberto Sánchez en su Nueva Historia de la Literatura Americana (Buenos Aires, 1944) indicaba el año de 1879 como el de su nacimiento; también Pedro Henríquez Ureña en Las corrientes literarias en la América hispánica (México, 1949) apuntaba el mismo año. Y en el Uruguay no faltaban quienes los hubieran precedido o acompañado en el error, por ejemplo Alberto Lasplaces, tanto en sus Nuevas opiniones literarias (Montevideo, 1939) como en su Antología del cuento uruguayo (Montevideo, 1944), Nicolás Fusco Sansone, en la Antología y crítica de literatura uruguaya (Montevideo, 1940), y Julio J. Casal en Exposición de la poesía uruguaya (Montevideo, 1940). Es cierto que sus amigos y biógrafos José María Delgado y Alberto J. Brignole habían indicado en su Vida y obra de Horacio Quiroga (Montevideo, 1939) la fecha exacta: 31 de diciembre de 1878. Pero como no acompañaban de ninguna documentación su aserto y como su obra fuera concebida más como biografía novelada (o novelera) que como estudio histórico, su mera afirmación resultaba insuficiente; por otra parte, no parecía difícil relevar a lo largo de sus digresivas páginas numerosos errores de información, imprecisiones y descuidos, que contribuían a acentuar la reserva y alimentar la duda.

No parece adecuado reclamar ahora el mérito, tardío, de haber consultado los archivos parroquiales de Salto. Parece prudente, en cambio, dar a conocer los resultados de esa investigación elemental. Como lo certifica la reproducción fotográfica de parte del Folio 536 del libro 9 de Bautismos de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, El día diez y nueve de Mayo de mil ochocientos setenta y nueve: el Presbítero Don Juan Bautista de Aguinaga con licencia de mí el infraescrito Cura Vicario de esta parroquia de Nuestra Señora del Carmen del Salto Oriental bautizó en ella solemnemente a Horacio Silvestre que nació el día treinta y uno de Diciembre del año próximo pasado, hijo legítimo de Prudencio Quiroga, argentino, y de Pastora Forteza, oriental; abuelos paternos Juan y Ciriaca Narvajas; abuelos maternos Juan y Francisca Saldaña, fueron padrinos Francisco Forteza y Magdalena Forteza de Trillo a quienes instruya. Por verdad lo firmo. Licdo. Pedro García Salazar.

II

NACIONALIDAD DE ORIGEN

Este documento no resuelve, sin embargo, un problema lateral y de más larga proyección. Se ha llegado a afirmar reiteradamente que Horacio Quiroga, aunque nacido en Salto Oriental, había sido inscripto en el Consulado de la República Argentina. Así lo da a entender, por ejemplo, un estudio de John A. Crow, de la Universidad de California, publicado en 1939; así lo expresa, asimismo, la ya citada Antología y crítica de literatura uruguaya: Su partida de nacimiento fue inscripta en el consulado de la República Argentina que funcionaba en dicha ciudad por la circunstancia de ejercer su padre el cargo de cónsul de ese país.

Tal categórica afirmación permite conjeturar que la inscripción hubiera sido doble: por un lado, el bautismo en el Salto, por otro, el registro en el Consulado. Pero no es éste el caso. Un detenido examen efectuado en los archivos del Consulado argentino de Salto permite asegurar que no consta en ninguna parte tal hipotética inscripción.

Y, por otra parte, un simple repaso de la historia institucional de ambos países muestra por qué no podía constar. Horacio Quiroga nació antes de la creación del Registro Civil tanto en nuestro país como en la Argentina. Las únicas inscripciones válidas eran las del Bautismo en la parroquia correspondiente. Al aparecer inscripto en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen del Salto Oriental se elimina automáticamente la posibilidad de cualquier otra inscripción ya que sólo podía ser bautizado una vez.

Eso no es todo. Las mismas circunstancias biográficas contribuyen a iluminar la situación. Horacio Quiroga era el cuarto hijo del matrimonio Quiroga-Forteza. En el momento de su nacimiento, su padre ejercía desde hacía dieciocho años el cargo titular del Vice-Consulado argentino en Salto. Cuando Horacio no había cumplido aún dos meses y medio -el 14 de marzo de 1879, para ser preciso- D. Prudencio murió al dispararse accidentalmente una escopeta de dos caños que llevaba en la mano. (En el capítulo I de su biografía, Delgado & Brignole recogen una de las versiones del accidente.) Horacio fue bautizado recién el 19 de mayo, unos dos meses después. Muerto su padre parece poco probable que sus familiares salteños hubieran pensado en inscribirlo como argentino, para lo que hubiera sido necesario bautizarlo en alguna ciudad argentina.

La doble investigación cumplida permite afirmar sin lugar a dudas que Horacio Quiroga nació en 1878 y que su nacionalidad de origen es la oriental.

III

CONSIDERACIONES FINALES

Tal afirmación no debe sobrestimarse. No pretende tener más alcance que el que indican sus propios medidos términos. No despeja por cierto otros problemas vinculados a la vida de Horacio Quiroga.

Es muy posible, por ejemplo, que en los primeros años de su vida en la Argentina, a donde se trasladara después del trágico accidente de la muerte de Federico Ferrando, Quiroga haya actuado como argentino. La mera circunstancia de haber nacido de padre argentino se lo autorizaba. Y quizá esta misma actitud juvenil haya alimentado la leyenda de su inscripción en el consulado argentino, contribuyendo a despistar a algunos estudiosos. Aunque más tarde, al incorporarse en 1917 al Consulado General del Uruguay en la Argentina, hubiera despejado todo equívoco en lo que respecta a su verdadera nacionalidad electiva. Todo esto es, ya se ha indicado, otro problema y exigirá, por lo tanto, una dilucidación aparte.

Queda aquí en pie, asimismo, un problema de índole estrictamente literaria y que se refiere a la exacta ubicación del arte de Quiroga. Aunque salteño y montevideano en sus orígenes, su gran obra de creador pertenece enteramente a las Misiones argentinas, es misionera. Y esto conduce a la consideración de aquel enfoque propuesto por algunos: una literatura rioplatense alzándose por encima de los (ociosos) separatismos nacionales. Tanto Quiroga, como Sánchez, como Viana, como Bartolomé Hidalgo, como Juan Carlos Onetti, pertenecen a ambas literaturas. Y lo mismo podría afirmarse de los emigrados argentinos de la época de Rosas y de Hilario Ascasubi que (como lo demuestra concluyentemente Lauro Ayestarán) no sólo estuvo radicado cerca de veinte años en el Uruguay, sino que aquí desarrolló la mayor parte de su obra y escribió sobre sucesos uruguayos y dentro del diferenciado acento popular de nuestro país.

Tal enfoque conduce a la consideración final. No la comezón nacionalista sino la disciplina de la erudición ha guiado esta busca por archivos y documentos. Sería lamentable que alguien pudiera valerse de estas precisiones para alimentar una estúpida rivalidad de campanario o una descolocada reivindicación patriotera."

NOTA. Sin la generosa colaboración de los encargados de los archivos de Nuestra Señora del Carmen y del Consulado Argentino, así como del actual Cónsul de esta nación en Salto, no hubiera sido posible cumplir esta investigación. Una deuda más vasta tiene el que esto escribe con el Profesor Adolfo Silva Delgado que prestó ayuda y dedicación constantes en todas las etapas del trabajo.

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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