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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Objetividad de John Steinbeck"
En Marcha, Montevideo, Nº 360, 1946.
p. 14.

JOHN STEINBECK: En lucha incierta (In Dubious Battle) Traducción de C. A. Jordana. Buenos Aires, Editorial Poseidón, 1946. 268 páginas.

"En 1936 John Steinbeck publicó In Dubious Battle (En lucha incierta). Su nombre no había alcanzado aún al gran público. Toda su producción consistía en tres novelas que no llegó a publicar y cuyos manuscritos destrozó, una biografía novelada del pirata Sir Henry Morgan (Cup of Gold, 1929), una serie de relatos, laxamente enlazados, sobre unas familias del valle de Salinas (The Pastures of Heaven, 1932), un himno, que afectaba una forma novelesca, dedicado a la naturaleza, a un dios desconocido (To a God Unknown, 1933), una colección de cuentos, distribuidos en una endeble construcción, sobre los paisanos de Monterrey (Tortilla Flat, 1935). Esa sucesión, aparentemente inconexa, de obras había desconcertado a los pocos críticos que la siguieron con fidelidad. "Lo que todos podían ver", afirma J. H. Jackson, en un prólogo a la edición popular de Of Mice and Men - "era un nuevo tipo de novelista que nunca escribía dos libros semejantes". La obra posterior de Steinbeck -Of Mice and Men, The Red Pony, The Grapes of Wrath, The Moon is Down, Cannery Row- mantuvo esa aparente variación, índice de una renovada inquietud. Pero ya se pudo distinguir en el conjunto de obras dos o tres orientaciones definidas. Así, por ejemplo, resultó evidente que The Grapes of Wrath e In Dubious Battle se hallan en la misma línea, como (en otro orden) sucede con Tortilla Flat y Cannery Row.

Sin embargo, la publicación de In Dubious Battle no iba a facilitar, por el momento, la clasificación de Steinbeck. Esta novela -cuyo título cita parcialmente un verso de Milton- narraba la gestación de una huelga en California, en la época de la cosecha de manzanas. Su argumento, muy simple (ya se sabe que la invención no es la especialidad de Steinbeck), está resumido así por M. E. Coindreau: "Aprovechando una reducción del salario, el partido comunista envía un agitador, McLeed, para fomentar una huelga. A lo largo de las 350 páginas asistimos a las intrigas de Mac, a las vacilaciones de los jornaleros, a la oposición de los elementos conservadores del país, y, por último, al fracaso de la revuelta". (Ver J. S. Novelista de California, en Sur, Nº 42). En su exposición Coindreau omite señalar que el papel de Mac en la huelga consiste, principalmente, en encauzarla, en organizarla. Su labor no es de provocación, como parece insinuar el crítico citado. Como el mismo Mac señala, él no creó la huelga: la crearon los patrones al rebajar abusivamente el salario. Su tarea consiste en orientar la huelga, en aprovechar la fuerza ciega de los iracundos jornaleros; en proteger el movimiento del ataque organizado por el poder, en explotar sin falso sentimentalismo toda ocasión favorable (p. ej., la muerte del deforme Joy, en el capítulo 9). Por eso mismo no importa que el resultado del combate sea incierto -como afirman los versos del epígrafe. O mejor: no importa que sea cierto que los patrones venzan. Importa aprovechar cada huelga, cada derrota, como si se tratara de una victoria. En el capítulo 14 dice Mac: "Si podemos conseguir que los tipos luchen, hay que pelear. Si se escurren, quedan amargados y avergonzados; pero si luchan y pierden, tienen la sensación de haber luchado de todos modos, y vale la pena hacerlo".

El tema escogido por Steinbeck ofrecía numerosos riesgos. Prescindiendo por el momento de aquellos puramente estéticos, se puede indicar que el principal consistía en redactar en vez de una novela un panfleto. Con suma destreza Steineck consiguió sortear todo acento apologético. Eligió el enfoque más arduo, pero el más noble: la objetividad. Su exposición de la huelga es apasionada y lúcida. Es cierto que enfoca exclusivamente el campo de los huelguistas. Pero la legitimidad de su lucha y de sus procedimientos está discutida con toda honradez. No es necesario aclarar que la simpatía del autor está con los jornaleros. Eso no altera su objetividad, ya que ésta es compatible con una clara definición frente al problema. Su simpatía no oculta los defectos y los errores que cometen los huelguistas. Eso se puede ver claramente al examinar a McLeed. Su devoción ilimitada por la causa es no sólo el origen de su actividad, sino también el de su inhumanidad, de su cinismo verbal, de su desesperación. Al organizar la huelga, al neutralizar las medidas de los patrones, Mac se agiganta y actúa con la fría precisión de los grandes jefes. Pero, mediada la huelga, acosado por la angustia y la fatiga, pierde momentáneamente su lucidez y aprueba actos brutales e inútiles, como el incendio de la casa de Hunter, en vana represalia por el incendio del granero de Anderson. Steinbeck ha visto la parte de luz y la de sombra del personaje, como ha visto la parte de luz y la de sombra de todo el movimiento. Su exposición no excluye una crítica implícita. Por eso mismo, la reacción que produjera la obra en los críticos comunistas no fue demasiado entusiasta.

La enseñanza que se desprende de este libro es muy sencilla. Ya se aludió a la importancia fundamental de la lucha, no la del resultado. El combate puede ser incierto. Algo más enseña la obra. Al enfrentarse al poder se puede prescindir de la nobleza de los procedimientos, de la hidalguía, que aconseja el anacrónico, el irreal arte de la guerra. André Gide ha indicado muy bien este aspecto de la obra: "Pero lo que Steinbeck muestra admirablemente (sin demostrar nada, sin embargo) es cómo son conducidos y obligados a la perfidia, a la injusticia, a la resuelta crueldad, aquéllos a quienes se rehusa todo otro medio de lucha; y cómo se falsean por eso mismo los más nobles y generosos caracteres" (Pages de Journal, 1938-1942: ver nota del 27/IX/1940).

Enfocada la obra de un punto de vista puramente literario, se advierte luego que su principal virtud es, también, la objetividad. Nunca viola Steinbeck la intimidad de sus personajes; siempre los ofrece desde afuera. Steinbeck trata de equilibrar la actuación de los personajes principales (revelados en sus actos, en sus diálogos) con la marcha de la huelga, resuelta como un movimiento de masas. Las limitaciones propias de la literatura -las limitaciones que ya padeció Homero- impiden que el cuadro de conjunto sea siempre firme. El autor no puede dar la simultaneidad, la gran masa en todos sus movimientos, pero alterna con bastante equidad el conjunto y las personas individuales.

Pese a sus excelencias In Dubious Battle, no es, infelizmente, una obra acabada. Digo infelizmente porque es indudable que ésta fue la gran oportunidad de Steinbeck. En ese momento coincidieron su peculiar idiosincrasia, sus dotes literarias, la validez del tema, y hasta la circunstancia de no ser entonces un autor demasiado conocido. Más tarde, al escribir The Grapes of Wrath, pareció repetirse la ocasión. Varios factores (de muy distinta naturaleza) malograron esa obra. Ante todo, el propio Steinbeck -ya famoso- sacrificó la objetividad a una evidente finalidad panfletaria (La enorme repercusión del libro, pensarán algunos, compensó el sacrificio). Pero eso no es todo, la pretensión de dar al documento proporciones épicas y la pretensión de alternar la narración con capítulos de dudoso lirismo, estropeó aún más aquel noble proyecto.

In Dubious Battle carecía, en cambio, de urgencia proselitista y el cuadro, sin disminuir su intensidad o su amarga verdad, no pretendía usurpar unas proporciones grandilocuentes. Precisamente, lo que perjudicó en parte a esta obra fue el afán (de una emocionante ingenuidad) de caracterizar excepcionalmente a los comunistas, a McLeed y a Jim Nolan. La presentación de Mac junto a los huelguistas, su famosa hazaña como improvisado médico partero, carecen de la necesaria verdad. La escena en que Jim -ese muchacho impetuoso, aprendiz de huelguista- aprovecha un desfallecimiento de Mac para revelarse como un inspirado (casi un fuehrer), resulta sólo grotesca. Y aquí se apunta el defecto capital de esta novela. La psicología de los personajes no está suficientemente madurada. En algunos momentos actúan magistralmente, existen, son alguien. Pero cuando Steinbeck quiere levantarlos y les presta una aureola penosamente fabricada, se vuelven impalpables, se desvanecen en nadie (como se puede ver en los ejemplos apuntados arriba). En algunos casos esta incapacidad del autor perjudica al personaje entero -como es el caso del doctor Burton, quien en los diálogos lleva la voz opositora con habilidad y hasta con inteligencia (aunque a veces prefiere decir pavadas, como en el capítulo 13: "Yo sólo oigo los latidos del corazón en el estetóscopo. Ustedes los sienten en el aire".) Pero el doctor, como personaje, no existe.

En el conjunto de la producción de su autor In Dubious Battle se destaca como la obra más equilibrada: no la más importante, no la mejor escrita. Ella proporciona una idea bastante completa de las virtudes y de las debilidades de Steinbeck. Puede servir, también, para que la mediten aquellos críticos impulsivos, tan inclinados a sobreestimar a este novelista californiano.

Merece condenarse especialmente la traducción. Es una de las peores realizadas en estos últimos años. Su aparente propósito es la literalidad. Pero su aspiración secreta es mayor: la creación de un impracticable, un inaudito idioma mixto."

 

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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