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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Panorama bibliográfico de 1945"
En Marcha, Montevideo, Año VIII, Nº 315, 18/01/1946.
p. 14-15.

ADVERTENCIA

Este panorama abarca únicamente la producción hispanoamericana en español. Se prescinde de la producción española (porque llega muy atrasada, escasa e irregularmente), se prescinde de la producción hispanoamericana que, por razones misteriosas e impenetrables, no ha llegado aún a nuestro país (un ejemplo, el libro de A. E. Housman, Nombre y naturaleza de la poesía, editado por Letras de México este mismo año, ha sido imposible de obtener aquí).

UNO DE LOS PANORAMAS POSIBLES

El corte convencional de cada año invita a la recapitulación. Ya se sabe de antemano que el panorama cuyas líneas generales se deben trazar está limitado convencionalmente por un 1º de enero de 1945 y un 31 de diciembre de 1945. Esa primera limitación artificial, esa convencionalidad de los 365 días de 1945, se acentúa si se considera que el inescrutable pero seguro azar rige toda la producción bibliográfica. Para una o dos o tres o hasta cuatro editoriales que desarrollan un plan anual de publicaciones, hay veinte o treinta o mil que publican impremeditadamente, casi diría inconscientemente. Esta irregularidad, esta inseguridad, se suman a la convención inicial y agravan el cometido del crítico. Una tercera (última) convención se agrega a las ya apuntadas para disminuir la extensión del panorama, para transformarlo en uno de los panoramas posibles; esta convención la impone el gusto y el tiempo del crítico. Implacablemente ambos reducen el número de obras leídas a un mínimo humano; implacablemente la vigilante conciencia y un oscuro pero útil presentimiento le evitan la indigestión que seguramente provocan, p. ej., Manuel Gálvez, Pearl S. Buck, Archibald Cronin. Esas tres convenciones superpuestas (la limitación anual, el azar editorial, la selección del crítico) convierten a este panorama en un suceso arbitrario, aunque rico y complejo. No puedo ocultar mi satisfacción por tal hecho.

ALGUNOS CLÁSICOS

Cumple empezar por los clásicos, "siempre citados, nunca leídos" (como dijera melancólicamente Renán). Actualmente sólo dos ediciones de autores clásicos (usando la palabra en un sentido muy laxo, que permite la inclusión de Juan Ruiz y de Fielding, junto a Petrarca y Tácito) merecen considerarse. La más importante es la que realiza la Universidad Nacional Autónoma de México con su "Biblioteca Mexicana de escritores griegos y romanos". Dicha Biblioteca ha publicado ya, en ediciones bilingües (e1 texto original enfrentado a nuevas versiones en castellano), los Diálogos de Platón (cinco diálogos en dos tomos), las Obras completas de Salustio (dos tomos, con una valiosa traducción de Millares Carlo), un volumen de Séneca, otro de Varrón, etc., etc. Por su jerarquía esta edición es comparable a la célebre colección Budé, publicada por la Société d'Édition "Les Belles Lettres", en París. La otra colección es la de "Las cien obras maestras" de la editorial argentina Losada. Esta colección difiere radicalmente de la anterior por su carácter más popular y por presentar (salvo alguna excepción) traducciones ya conocidas. Este año no publicó ningún nuevo título, limitándose a reeditar las obras agotadas. Otra edición clásica importante la constituye la primera versión en castellano de la Teoría de los colores de J. W. Goethe (Poseidón). Esta obra ha sido descuidada por quienes estudian a Goethe desde un punto de vista exclusivamente literario. Tal actitud es errónea. Como bien observa Emmanuel Berl (Introduction à Goethe, 1932): "No se puede comprender a Goethe si uno se resiste a aceptar la importancia capital que para él tenía la teoría de los colores". Y agrega más adelante: "La lucha de Goethe contra Newton es el último sobresalto del espíritu mágico; un intento de comprender las cosas de otro modo que por el análisis algebraico - el último esfuerzo del hombre por no permanecer dividido y perdido más y más en un universo abstracto, cuya afinidad fundamental se borra".

NOVELISTAS DEL SIGLO DIECINUEVE

La editorial Emecé ha publicado este año algunas de las obras más valiosas de la ficción en el siglo XIX. En su colección "La Quimera": El egoísta de George Meredith, Jud, el oscuro de Thomas Hardy, La muerte de Ivan Ilich de León Tolstoy y Otra vuelta de tuerca de Henry James; en los "Cuadernos de la Quimera": El velo negro de Charles Dickens, La humillación de los Northmore de James y El experimento del doctor Heidegger de Hawthorne. De los siete títulos publicados, seis pertenecen a la lengua inglesa - lo que es de por sí bastante elocuente, además de ser justo, porque resultaba vergonzoso que permanecieran inéditas en lengua castellana obras de la jerarquía de El egoísta, una de las más deliciosas farsas novelescas que haya fraguado el hombre, de Jud, el oscuro, la obra maestra de Hardy, una novela amarga y magnífica, de Otra vuelta de tuerca, uno de los más perfectos relatos de James. (Pero este autor merece un aparte). En cuanto a La muerte de Ivan Ilich (editada junto con El amo y el servidor), constituye uno de los cuentos más intensos y hondos de Tolstoy, una de esas ficciones por medio de las cuales el complejo artista ruso se enfrenta al problema de la muerte. La calidad de estas ediciones de Emecé no tiene paralelo en la producción hispanoamericana; constituyen un elevado y difícil modelo de publicación responsable, selecta y - gráficamente - impecable.

ALGO SOBRE HENRY JAMES

En una breve reseña para la "Saturday Review of Literature", Henry Seidel Canby confirmaba el indiscutible "revival of Henry James". Ese fenómeno de vuelta de un escritor - después del éxito inicial, el silencio, y luego (a veces) la vuelta - nunca se ha cumplido con tanto éxito, con tanta justicia, como en el caso de James. Esa vuelta, dentro de la literatura norteamericana, ha traído de rebote en nuestra lengua una introducción (o presentación) de James. Al publicar El retrato de una dama el año pasado, la editorial Emecé aproximaba al lector de habla castellana una de sus novelas más características de la primera época. Este año la publicación de Otra vuelta de tuerca y de La humillación de los Northmore permitió completar ese conocimiento. Se pudo ver entonces las variadas dimensiones de este gran novelista. Frente la densidad del Retrato - casi despojado de anécdota - se alzaba la rapidez, la levedad de Otra vuelta de tuerca, que en 200 páginas desarrollaba una historia intensa y melodramática, cargada de alusiones laterales. Oponiéndose a ambas los Northmore presentaban su trazo escueto, pero rico, su estricta economía de recursos. En las tres obras, apuntando a tres diferentes blancos, James se ofrecía igualmente complejo, igualmente profundo. La comparación de los tres libros permitía comprender, además, el desigual manejo de la ambigüedad. En el Retrato esta consistía en la omisión deliberada de algún suceso, omisión que volvía inexplicable la conducta o la psicología de un personaje (p. ej. el de la señora Merle). En las otras dos obras la ambigüedad consiste en no resolver el conflicto o el problema planteado; el lector nunca sabrá si los fantasmas que veía la institutriz tenían existencia fuera de ella o si eran únicamente alucinaciones histéricas (Edmond Wilson, The Ambiguity of Henry James, expone a propósito de este cuento una interpretación freudiana); tampoco sabrá el lector nunca si las cartas de Warren Hope eran tan valiosas como creía su esposa. En ambas obras el autor permanece al margen, alentando (o desalentando) imparcialmente cualquier solución.

NOVELISTAS DEL SIGLO VEINTE

La producción novelística contemporánea mereció la mayor atención por parte de las editoriales hispanoamericanas. Esa atención se concentró principalmente en los "best-sellers" (como, por ejemplo, Los verdes años de Cronin o Una campana para Adano de John Hersey). Prescindiendo de estas obras, queda un número considerable de novelas y cuentos, cuya escueta enumeración es la siguiente: Más allá del deseo de Sherwood Anderson (Sudamérica), El tiempo debe detenerse de Aldous Huxley (Sudamérica), Las praderas del cielo (Siglo XX) y Los arrabales de Cannery (Peuser) de John Steinbeck, Mario y el hipnotizador de Thomas Mann (Siglo XX), Dodsworth de Sinclair Lewis (Siglo XX), Bangué de José Lins do Rego (Losada), Tierra trágica de Erskine Caldwell (Losada), Victoria y otros relatos de William Faulkner (Corinto), Plan de evasión de A. Bioy Casares (Emecé), Informe para una Academia de Franz Kafka (Emecé), Tener y no tener de Ernest Hemingway (Sudamericana), El viajero sobre la tierra de Julien Green (Emecé) y El viaje hasta el fin de la noche de Louis Ferdinand Céline (Siglo XX). En esta larga lista abundan las obras frustradas, las promesas incumplidas (p. ej. Tener y no tener de Hemingway o El tiempo debe detenerse de Huxley), pero hay algún título valioso (p. ej., El viajero sobre la tierra de Green o Mario y el hipnotizador de Thomas Mann).

Algunas obras de otros años fueron reeditadas. Merecen señalarse tres: El último puritano, la única y discutida novela de Santayana (Sudamericana); Santuario, la novela que hizo famoso a Faulkner (Espasa Calpe Argentina) y Adriana Mesurat, intenso y cerrado relato de Julien Green (Sudamericana).

LA PRODUCCIÓN NACIONAL

La bibliografía nacional se puede dividir en tres rubros. 1. - Las obras de texto (No vale la pena comentarlas). 2. - Las ediciones Pueblos Unidos. Esta es la única editorial que publica sus obras de acuerdo a algún visible plan de producción: casi todas las obras que ha publicado son de autores rusos (o más exactamente soviéticos). El único libro de autor nacional editado este año es 17 educadores de América de Jesualdo, obra de carácter popular. El resto de su producción consiste en traducciones (casi siempre malas) de autores rusos de discutible valor literario como, p. ej., Nikulin, Erenburg, Perventsev, Gorbatov, etc., etc., y alguna obra de autor no ruso, como el temible Tolón de Jean Richard Bloch. La obra más interesante de su numerosa producción es la correcta biografía de Napoleón por E. Tarlé 3. - Las otras editoriales se limitan a publicar de vez en cuando algún libro, cuya edición (invariablemente) paga el intrépido, no escarmentado autor.

Fuera del país, la editorial Losada continúa publicando las obras de Vaz Ferreira, y Enrique Amorim publicó (como única contribución anual a nuestras letras) una pésima novela policial, El asesino desvelado, malamente escrita, huérfana de todo ingenio o destreza, digna de ser filmada por la cinematografía argentina (destino que, secretamente, parece anhelar el autor).

Eso es, creo, todo.

LOS CICLOS NOVELESCOS

Uno de los tipos característicos de la novela francesa contemporánea es la novela-río, la que origina todo un ciclo de obras, más o menos íntimamente ligadas. Los tres ciclos más famosos, A la recherche du temps perdu, Les Thibault, Les hommes de bonne volonté, continuaron apareciendo en versiones castellanas. Rueda publicó este año Sodoma y Gomorra y La prisionera (partes V y VI respectivamente de la obra de Proust); Losada publicó El buen tiempo (tomo III de Los Thibault) y Los amores infantiles y Eros de París (tomos III y IV respectivamente de la magna opus de Romains). Las traducciones son de valor desigual. Indudablemente ni Romains ni Martin du Gard ofrecen las dificultades que habitualmente presenta Proust. Quizás esto contribuyó a que la traducción de este último fuera muy inferior a la de los otros dos.

ULISES

La traducción más esperada del año fue (sin lugar a dudas) la del Ulises de Joyce. Una propaganda cuidadosa preparó al lector para tal suceso. Esa propaganda olvidó insistir, sin embargo, en que Ulises no es lectura corriente, apta para ser devorada por los habituales lectores-de-novelas. Muchos de éstos han afirmado honestamente su desagrado, su desilusión frente a esta obra. No alcanzaron, en cambio, a comprender que la culpa no es del libro sino del lector. Ulises exige un lector de Ulises, no un lector de Werfel o de Mauriac o de Steinbeck. Una lectura vigilada, concentrada e intensa permite gozar casi totalmente la obra de Joyce y permite comprobar que sus valores no son tan inaccesibles ni tan esotéricos. Pocos lectores, sin embargo, están dispuestos a leer como se debe. Prefieren cómodamente echar la culpa al libro. René Bouvier ha dicho: "El texto es también a veces bastante oscuro. Por lo demás, las alusiones a costumbres desaparecidas, a incidentes fugitivos, hacen a menudo sobremanera difícil la inteligencia de ciertos pasajes, aunque también particularmente atrayente. En efecto, cada vez que puede resolverse uno de estos enigmas, una ilustración, frecuentemente de las más coloreadas, se agrega al texto para darle más solidez y sabor. De este modo se experimenta una satisfacción igual a la que proporciona identificar un documento o descifrar una medalla". (Es claro estas palabras no se refieren a Joyce sino a los Sueños de Quevedo, pero se aplican igualmente bien al Ulises).

La traducción de J. Salas Subirat (paciente trabajo de cinco años) es mediocre. Su enorme esfuerzo no se puede negar, pero los resultados son inferiores del punto de vista literario. Subirat da casi siempre el sentido de lo que escribió Joyce (aunque a veces padece cómicas confusiones, p. ej. cuando cree que la esposa de Shakespeare era nacida en Hathaway, en vez de llamarse Hathaway); lo que no da casi nunca es la expresión que equivalga literariamente a la de Joyce. Y esto era lo más importante. Es en este sentido (en la casi imposibilidad de hallar equivalentes castellanos al lenguaje de Joyce) que debe entenderse la afirmación de Borges al decir que "el Ulises es intraducible". Joyce conocía el idioma inglés a fondo, su obra refleja ese conocimiento impar. Una traducción digna solo podía ser realizada por quien poseyera igualmente a fondo el inglés y el castellano. Salas Subirat - es forzoso confesarlo - tiene un conocimiento apenas corriente del castellano (p. ej. no vacila en escribir torpemente debe de ser, hesitación, etc.); sus conocimientos del inglés son poco notables. Resumiendo, la presente traducción del Ulises (editada por Rueda) debe calificarse como una empresa audaz no coronada por el éxito.

JAMES M. CAIN

Encerradas en una colección de novelas policiales (El séptimo círculo, Emecé) dos obras dispares, El cartero llama dos veces y Pacto de sangre, sirvieron para presentar el arte violento, escueto y desesperado de James M. Cain al público hispanoamericano. De este autor ha dicho Jauregui que sus libros son novelas rosa disfrazadas. Creo que es una observación muy exacta. El romanticismo fundamental de Cain no se mitiga por la forma brutal en que el destino (o el novelista) golpea a sus personajes. El amor trágico, disimulado bajo las formas más intensas de la carnalidad y del crimen, se mantiene incólume y vencedor (triunfando incluso sobre la muerte), a través de las escenas más sombrías, más melodramáticas de El cartero llama dos veces, de Pacto de sangre. (Esta novela, como es notorio, sirvió de tema para la película más inteligente - para la única película inteligente - de la temporada: "Pacto de sangre", de Billy Wilder, Paramount).

LOS ENSAYISTAS

Merecen destacarse algunos volúmenes de ensayos. En primer lugar: los ensayos de Aldous Huxley, recogidos bajo el título inexpresivo de El tiempo y la máquina (Losada), que permiten apreciar la mentalidad incisiva, polémica y profunda de uno de los mejores prosistas contemporáneos; la Introducción a la poética de Paul Valéry (Argos), que facilita una mejor comprensión de los principios poéticos del autor de La Jeune Parque; los Trozos escogidos de André Gide (Poseidón), que constituyen una agradable y útil antología de algunos ensayos y de algunas páginas claves de este complejo escritor (una mala y apresurada traducción disminuye el valor de este volumen) y el Calendario y tren de ondas de Alfonso Reyes (México), que acerca al lector unas finísimas páginas de uno de los más notables prosistas contemporáneos.

En segundo lugar - en un renglón más especializado, la crítica literaria - merecen señalarse: el clásico estudio de Mrs. Gaskell: Vida de Charlotte Bronté (Emecé); una biografía superficial, aunque documentada, de Eugene O'NeiIl por E. H. Clark (Nova); un excelente libro sobre Quevedo, su época, su vida, sus obras, por René Bouvier (Losada); una biografía digna pero pesadísima de Sarmiento, El profeta de la Pampa, por Ricardo Rojas (Losada); un valioso estudio de Wyndham Lewis sobre Ronsard (Sudamericana); una biografía exterior, muy documentada, de H. Gorman sobre James Joyce (Rueda); un breve y valioso estudio estilístico de Leo Spitzer, La enumeración caótica en la poesía moderna (Buenos Aires); una segunda serie de los excelentes Capítulos de literatura española de Alfonso Reyes (México) y, last but no least, la famosa Historia de la literatura norteamericana de Ludwig Lewisohn (Interamericana). En tercer lugar - en el renglón biografías históricas - merece destacarse el hermoso libro del novelista inglés Richard Aldington sobre Wellington (Fondo de Cultura Económica, México).

EL ODIOSO YO

Después que a Pascal se le ocurrió la famosa frase ("le moi est haïssable") se la ha citado, y se la ha olvidado, infatigablemente. El yo será odioso, pero no deja de constituir un tema literario importante. Este año, ese renglón ha sido atendido por las Revelaciones artísticas y autobiográficas de Miguel Ángel (Elevación), obra que contiene un material de primera mano - documentos, cartas o poemas - de o sobre Miguel Ángel; el primer volumen de la excelente autobiografía de Santayana, Personas y lugares (Sudamericana); las Cartas de la vida literaria de Arthur Rimbaud, recogidas por Jean Marie Carré (Poseidón) y las Cartas de David Herbert Lawrence (Imán), reunidas originalmente por Aldous Huxley. De este conjunto de confesiones o declaraciones autobiográficas las más valiosas son, quizás, las Cartas de Lawrence. En ellas se revela palpablemente su sensibilidad extraordinaria para descubrir el misterio del mundo, lo que él llamaba "el conocimiento nocturno"; ellas "nos muestran - para decirlo con palabras de Huxley - a Lawrence tal como fue en su vida diaria".

UN FILÓSOFO: DILTHEY

La mayor aportación filosófica de este año fue la traducción de algunas obras de Dilthey, de quien ha dicho Ortega y Gasset que "es el filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XIX". El Fondo de Cultura Económica, de México, publicó la Psicología y teoría del conocimiento y Vida y poesía, que contiene un valioso estudio sobre Goethe; la editorial Losada publicó, además, la Poética. Como complemento o introducción, el lector puede ver el cuaderno de Eugenio Imaz, Asedio a Dilthey, publicado por "Jornadas", de México.

Otras publicaciones filosóficas importantes son: el tercer volumen de Paideia de Werner Jaeger (Fondo de Cultura Económíca), con el que termina la publicación en castellano de una obra fundamental para el estudio de la formación del hombre griego; La mentalidad primitiva de Lévy Bruhl (Lautaro), obra ya clásica de la antropología y Los escépticos griegos de Víctor Brochard (Losada), libro indispensable para el estudio de la filosofía griega.

MARCHA

Durante el año 1945 MARCHA ofreció a sus lectores los siguientes textos inéditos en castellano (todas las traducciones fueron directas y especialmente realizadas para nuestra revista): Una rosa para Emily de William Faulkner (274); La prisión, fragmento de la última novela de André Malraux (277); una selección de textos del último Journal (1939-1942) bajo el título de Una experiencia de André Gide (281); el cuento premiado de Carlos Mario Fleitas, Sobre la primera muralla de Pekín (283); Los matones de Ernest Hemingway (285); Cordel de Katherine Anne Porter (291); Discurso por la muerte de Bergson de Paul Valéry (292); una selección del Journal de André Gide titulada Paul Valéry, vivo (282); Aquí donde estamos, fragmento de un relato inédito de Carlos Martínez Moreno (299); La literatura gauchesca, conferencia de J. L. Borges cuyos originales cediera gentilmente para su especial publicación en nuestra revista (306 a 308); Las intermitencias del corazón, fragmento del libro de Marcel Proust (311); Itinerario de Paul Valéry de René Lalou (312); Nueve de Julio, fragmento de una novela inédita de J. C. Onetti (314) y El muro de Jean Paul Sartre (314).

MARCHA ofreció, además, algunos textos que en su publicación original estaban completamente agotados. Por ejemplo: Hombre de la esquina rosada de J. L. Borges (282); El hijo pródigo de Rilke, en la versión de Lysandro Z. D. Galtier (288); El combate de la tapera de Acevedo Díaz (289); Narciso, poema de Valéry, en la traducción de A. J. Battistessa (292); Los cinco de Espínola (293); Salvación de la Primavera, poema de Jorge Guillén (293); Setiembre ardido de William Faulkner (288); Fragmentos de Franz Kafka (300); El "Ulises" de Joyce, ensayo de Charles Duff (301-303) y Aire, Aura de Jorge Guiilén (309).

(Los números entre paréntesis indican el ejemplar de la revista donde se halla el texto citado).

Emir Rodríguez Monegal
Diciembre de 1945

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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