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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Cuaderno de lecturas"
En Anales del Ateneo, 2º época, nº 4, setiembre de 1948
p. 102-104.

 

Noviembre 30

En la página 147 de la Antología rota de León Felipe (Editorial Pleamar, 1947) leo una nota que advierte, literalmente: "Se ha suprimido una estrofa ... El poema completo se encuentra en Ganarás la luz, pág. 179, Cuadernos Americanos, México, 1942". Fui a buscar luego la página citada y leí:

Y creo
que en el cáliz y en la hostia
hoy no hay más que babas,
babas de Pedro,
babas de arzobispos,
de obispos, de canónigos
y clérigos.

 

Diciembre 10

¿Es posible traducir a James? (¿Es posible siquiera traducir?). Para Eduardo Warshaver no hay tal problema. Su hazaña contra The Aspern Papers puede verse en el tomito dedicado a James por la editorial Lautaro (Daisy Miller. Los papeles de Aspern, Buenos Aires, 1947). Recojo algunas inepcias. No pretendo agotarlas. Apenas he cotejado algunas páginas. No registro la absoluta insensibilidad, la ausencia de intuición estilística con que trabaja W. Anoto sólo los más groseros errores de interpretación.

Al comenzar el relato suprime esta frase, casi antológica en su perfección: "One doesn't defend one's god: one's god is in himself a defence". (El relator evita, así, la caracterización de Jeffrey Aspern). En la página 122, la frágil Miss Tina –una solterona finisecular– recibe al narrador, a quien apenas conoce con estas palabras de estímulo: –"¡Oh, querido, qué alegría me da el que usted haya venido!" (James escribe: "Oh dear, I'm so glad you've come!", lo que no es lo mismo). Más adelante, donde el autor indica: "to my stupefaction", W. Inventa: "para satisfacción mía". Unas páginas luego viene "in my consciousness" por "en mis ideas"; y "for the climax of my crisis" por "para colmo de mis tentaciones". Etc., etc. ¿Queda algo de James, de específicamente jamsiano, en el texto español? ¿De su deliberado ejercicio, de su equilibrio entre el coloquialismo y su refinada pomposidad, de su certeza y estremecida palabra? Ni las blancas cenizas.

(Lo más innoble es que E. W. firma una traducción que ni siquiera realizó. La editorial argentina reproduce, sin advertir al lector, una versión publicada en Madrid el año 1946).

 

Enero 13

Mientras leo La peste (Albert Camus, NRF, 1947) no puedo dejar de sentir –casi como un malestar, una inquietud o comezón intelectual que se superpone sordamente a la mecánica tarea de la asimilación– que la peste que aquí se historia no es una peste provocada por ratas sino otra peste menos material. Tampoco puedo dejar de sentir que Camus maneja con toda limpieza sus efectos. Jamás engaña. Jamás traiciona su ambigüedad. Camus sabe que el lector va a sentir ese malestar, esa comezón. Cuenta con ello. Pero no abusa de su poder para recargar los efectos. Juega limpio.

(Esta novela, magistral en muchos sentidos, no carece de defectos. Algunos episodios –el del periodista, por ejemplo– parecen prefabricados. Otras veces, la línea de austeridad se quiebra irremediablemente. Pero eso ahora no importa mucho).

 

Febrero 15

Vuelvo a leer Una excursión a los indios ranqueles en la hermosa edición anotada por Julio Caillet-Bois (Fondo de Cultura Económica, 1947). Mansilla me parece inmejorable cuando se abandona a la narración pura, cuando acerca a un personaje para contar su historia (sea indio, soldado, cautivo o china), cuando apunta, sin comentarios pretendidamente filosóficos, las etapas de su arriesgada empresa, de sus afanes por obtener el tratado de paz con los ranqueles. En este sentido es ejemplar el capítulo 54, que recoge la agitada y decisiva asamblea en Anancué. Pero donde Mansilla logra sus más legítimos aciertos estilísticos es en la reproducción viva, sin las amplificaciones que estropean tanta página gauchesca –y no excluyo algunas del Martín Fierro–, del habla de sus hombres. Quiero decir: de su espíritu. Aquí su crónica está a la altura de lo más auténtico que ha producido esta América. No comprendo cómo no se ha estudiado aún, como se merece, el estilo de esta obra, tan importante (además) para el mejor conocimiento del indio sudamericano y del gaucho que con él convivía.

 

Junio 18

Termino de leer Kaputt de Curzio Malaparte (José Serra, Editor, 1948). Quisiera consignar aquí, en una sola palabra, la impresión dominante dejada por esta nueva crónica de la peste, de este Decamerón unipersonal: divismo. (En ningún momento el autor olvida su público, en ningún momento deja de atribuirse los mejores epigramas, las más audaces ironías frente al alemán o al fascista, los actos de más puro corazón, "le beau rôle". Contra el escenario cruel, de crueldad casi lujuriosa, que ofreció Europa entre 1940 y 1943, se yergue esta maduro enfant terrible, este testigo morboso y dannunziano, este equívoco antifascista, este gran escritor, este divo).

EMIR RODRIGUEZ MONEGAL

 

 

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